Es uno de los futbolistas que mayor identificación tiene con Alvarado, salió del club, toda su familia y sus amigos son hinchas y sabe que la última camiseta que vestirá antes del retiro será la azul y blanca. Aprovechando su visita a Mar del Plata y expectante por estar el domingo en el José María Minella para ver al club de sus amores, Matías Arrúa fue a recorrer las renovadas instalaciones de la Villa Deportiva, apreció el enorme crecimiento que vive el club y ratificó una vez más que «mi señora ya sabe que en algún momento vamos a venir acá y yo voy a jugar en Alvarado».

Con un muy buen presente en Chile y tres años y medio del otro lado de la cordillera, el futuro cercano de Arrúa seguirá allí. Habrá que ver si en Unión La Calera, su último club, o puede dar un salto a un equipo de mayor envergadura, dado que se ha ganado un lugar en el fútbol de aquel país y son varios los equipos interesados.

Pero si hay algo que no se olvida, más allá de sus ocupaciones profesionales, es de sus raíces. Y están bien arraigadas en Alvarado, donde su padre Rubén fue dirigente y del cual toda su familia y amigos son hinchas. Igual que él, que a través de internet está cada fin de semana pendiente de cómo le va al equipo en el Federal A.

Ahora, aprovechando su estadía en Mar del Plata, no ve la hora de poder estar nuevamente en el José María Minella disfrutando (y sufriendo) como hincha de Alvarado. Pero antes, fue a la Villa Deportiva, observó la práctica del conjunto de Duilio Botella, se reencontró con viejos compañeros de Alvarado, Cadetes y Unión, charló, recordaron momentos y destacó el crecimiento de un predio que veía desde Chile por fotos o videos, pero que impacta mucho más personalmente.

Y la promesa está hecha. Su señora ya lo sabe y su familia conoce de toda la vida su deseo. Sólo resta esperar que el momento llegue, para que Matías Arrúa vuelva a vestir la camiseta de Alvarado y poder gritar un gol con el club de sus amores.